La solidaridad con los niños carentes de recursos se multiplica. La responsable ya recibe ayuda de los vecinos.
La apertura de comedores comunitarios en barrios carenciados es un acontecimiento que se viene incrementando en los últimos años en Güemes, lo que marca la nueva situación socioeconómica por la que el país se encuentra atravesando.
En este contexto, la señora Irene Mamaní, vecina del barrio San Pantaleón, tomó la decisión de abrir un merendero solidario, destinado para los niños de esa barriada, la mayoría provenientes de familias de escasos recursos.
A pesar de que su condición no es mejor que la de la mayoría de sus vecinos y sobrevive en base a un subsidio por ser madre de siete hijos y lo que su marido puede aportar con sus trabajos temporarios, sintió la necesidad de hacer algo para colaborar con la pobre alimentación que reciben los chicos del sector en forma diaria, dado que muchos de ellos deben pasar el día solo con lo que ingieren en el almuerzo.
Sobre el merendero y su funcionamiento, Irene explicó que “lo abrí hace un mes y medio, en poco tiempo se llenó de chicos con edades entre 5 a 14 años. Yo les sirvo una taza de mate o té y, si tengo, algo de leche acompañada con pan amasado. No pasaron muchos días y ya comenzaron a llegar chicos de barrios vecinos como Nueva Esperanza y 1º de Mayo. Todos son bien recibidos. Por suerte, así como se sumaron niños también se sumaron algunos colaboradores”.
La humilde vivienda ubicada sobre calle San Francisco cuenta con un amplio espacio donde se ubican tablones, bancas y sillas, los que también recibió como donación. “Por suerte me donaron las mesadas y bancas, también hay personas que se acercan con harina, azúcar o leche en polvo, yo había pensado en un principio en hacerlo sola, pero la cantidad de chicos me superó, por eso recibo todo lo que me quieran donar”, dijo Irene.
A pesar de tratarse de una acción solidaria, algunos suspicaces no tardaron en asociar el merendero con una estrategia política. “Quiero aclarar que esto no tiene nada que ver con la política. Es cierto que se acercaron muchos candidatos que están en campaña. Esta semana me sorprendí por la cantidad de personas que llegaron con ayuda, pero también soy consciente de que cuando pasen las elecciones van a desaparecer”, aclaró con firmeza.
El merendero abre de lunes a viernes, la merienda solo se suspende por factores climáticos. “No cuento con una galería techada, por lo tanto cuando llueve fuerte debo suspender la merienda”, reconoció la humilde mujer.
Irene amasa 10 kilos de harina día por medio y los chicos solo deben llevar su tasa. “Y si vienen acompañados por sus padres, abuelos o hermanos mayores, también ellos reciben la merienda”, explicó.
El barrio San Pantaleón nació en un predio de dos manzanas, que fue donado por el Ingenio San Isidro a sus trabajadores zafreros, como parte de la indemnización por los despidos tras la quiebra sufrida a mediados de los 90. Muchos de esos trabajadores ya contaban con viviendas por lo que los comercializaron.
El terreno está ubicado en la zona baja de la Banda Este, lugar que todavía se inunda.
En este contexto, la señora Irene Mamaní, vecina del barrio San Pantaleón, tomó la decisión de abrir un merendero solidario, destinado para los niños de esa barriada, la mayoría provenientes de familias de escasos recursos.
A pesar de que su condición no es mejor que la de la mayoría de sus vecinos y sobrevive en base a un subsidio por ser madre de siete hijos y lo que su marido puede aportar con sus trabajos temporarios, sintió la necesidad de hacer algo para colaborar con la pobre alimentación que reciben los chicos del sector en forma diaria, dado que muchos de ellos deben pasar el día solo con lo que ingieren en el almuerzo.
Sobre el merendero y su funcionamiento, Irene explicó que “lo abrí hace un mes y medio, en poco tiempo se llenó de chicos con edades entre 5 a 14 años. Yo les sirvo una taza de mate o té y, si tengo, algo de leche acompañada con pan amasado. No pasaron muchos días y ya comenzaron a llegar chicos de barrios vecinos como Nueva Esperanza y 1º de Mayo. Todos son bien recibidos. Por suerte, así como se sumaron niños también se sumaron algunos colaboradores”.
La humilde vivienda ubicada sobre calle San Francisco cuenta con un amplio espacio donde se ubican tablones, bancas y sillas, los que también recibió como donación. “Por suerte me donaron las mesadas y bancas, también hay personas que se acercan con harina, azúcar o leche en polvo, yo había pensado en un principio en hacerlo sola, pero la cantidad de chicos me superó, por eso recibo todo lo que me quieran donar”, dijo Irene.
A pesar de tratarse de una acción solidaria, algunos suspicaces no tardaron en asociar el merendero con una estrategia política. “Quiero aclarar que esto no tiene nada que ver con la política. Es cierto que se acercaron muchos candidatos que están en campaña. Esta semana me sorprendí por la cantidad de personas que llegaron con ayuda, pero también soy consciente de que cuando pasen las elecciones van a desaparecer”, aclaró con firmeza.
El merendero abre de lunes a viernes, la merienda solo se suspende por factores climáticos. “No cuento con una galería techada, por lo tanto cuando llueve fuerte debo suspender la merienda”, reconoció la humilde mujer.
Irene amasa 10 kilos de harina día por medio y los chicos solo deben llevar su tasa. “Y si vienen acompañados por sus padres, abuelos o hermanos mayores, también ellos reciben la merienda”, explicó.
El barrio San Pantaleón nació en un predio de dos manzanas, que fue donado por el Ingenio San Isidro a sus trabajadores zafreros, como parte de la indemnización por los despidos tras la quiebra sufrida a mediados de los 90. Muchos de esos trabajadores ya contaban con viviendas por lo que los comercializaron.
El terreno está ubicado en la zona baja de la Banda Este, lugar que todavía se inunda.