La actitud de jóvenes madres que perdieron a sus bebés con síndrome de Down y que buscan remediar el dolor ayudando a otros chicos
La semana pasada, Florencia Anaya y Jimena Miranda, acompañadas por familiares y amigos, organizaron un agasajo para los niños con discapacidad pertenecientes a la Escuela Especial Julio Cintioni, de la ciudad de Gral. Güemes.
La actividad se repite año tras año con la misma motivación inicial y con el objetivo solidario que esconde un profundo dolor de madre. Durante la jornada de actividades educativas, los alumnos disfrutaron de un lunch, con música y juegos, similar al llevado a cabo el año anterior para esta misma fecha.
Estas actividades recreativas son el resultado de un mes de trabajo, que se inicia con la búsqueda de los elementos para realizar el lunch, elaborar los trajes, comprar el cotillón para poder compartir con los niños con discapacidad, una mañana diferente intercambiando amor y cariño, sentimientos que en estos alumnos es incondicional.
Pero para Florencia y Jimena esta actividad esta movilizada por razones que surgen de un profundo dolor. “Esto es algo que hago por un motivo muy particular. Mi hijo, quien se fue a los brazos de Dios hace poco tiempo, tenía síndrome de Down, y yo quise en su memoria ayudar y hacer algo por estos chicos que enfrentan la vida con valentía, animando a sus padres a continuar con su educación. Yo quiero que mi hijo se sienta orgulloso de su madre por lo que hace. Además, me ayuda a soportar el dolor por la pérdida al tenerlo presente, porque sé que él está a mi lado”, expresó Florencia Anaya.
Tanto Florencia, para quien esta sería la tercera edición de la jornada recreativa, como Jimena Miranda, que se sumó a esta actividad solidaria este año, perdieron a sus hijos a pocos meses de nacer. Ambos padecían síndrome de Down y no pudieron aferrarse a la vida.
Estos bebés recién nacidos fueron bautizados con el nombre de Thiago (el hijo de Florencia) y Bautista (el de Jimena).
Para ambas jóvenes mamás es muy doloroso hablar sobre el tema. “Mi sobrino falleció mientras se encontraba internado, eso afectó mucho a mi hermana, cuando se pudo recuperar, decidió que la mejor manera de recordar a Thiago era por medio de los niños de la escuela Cintioni. Allí asisten muchos con su misma condición. Entonces una vez al año nos disponemos a trabajar para organizar una pequeña fiestita para estos chicos”, manifestó Belén Anaya.
Seguramente, tanto Thiago como Bautista hubiesen formado parte de la escuela especial. Allí habrían crecido y aprendido a desarrollar sus capacidades, por medio de un gran trabajo de recuperación que llevan adelante sus docentes especiales.
La actividad se repite año tras año con la misma motivación inicial y con el objetivo solidario que esconde un profundo dolor de madre. Durante la jornada de actividades educativas, los alumnos disfrutaron de un lunch, con música y juegos, similar al llevado a cabo el año anterior para esta misma fecha.
Estas actividades recreativas son el resultado de un mes de trabajo, que se inicia con la búsqueda de los elementos para realizar el lunch, elaborar los trajes, comprar el cotillón para poder compartir con los niños con discapacidad, una mañana diferente intercambiando amor y cariño, sentimientos que en estos alumnos es incondicional.
Pero para Florencia y Jimena esta actividad esta movilizada por razones que surgen de un profundo dolor. “Esto es algo que hago por un motivo muy particular. Mi hijo, quien se fue a los brazos de Dios hace poco tiempo, tenía síndrome de Down, y yo quise en su memoria ayudar y hacer algo por estos chicos que enfrentan la vida con valentía, animando a sus padres a continuar con su educación. Yo quiero que mi hijo se sienta orgulloso de su madre por lo que hace. Además, me ayuda a soportar el dolor por la pérdida al tenerlo presente, porque sé que él está a mi lado”, expresó Florencia Anaya.
Tanto Florencia, para quien esta sería la tercera edición de la jornada recreativa, como Jimena Miranda, que se sumó a esta actividad solidaria este año, perdieron a sus hijos a pocos meses de nacer. Ambos padecían síndrome de Down y no pudieron aferrarse a la vida.
Estos bebés recién nacidos fueron bautizados con el nombre de Thiago (el hijo de Florencia) y Bautista (el de Jimena).
Para ambas jóvenes mamás es muy doloroso hablar sobre el tema. “Mi sobrino falleció mientras se encontraba internado, eso afectó mucho a mi hermana, cuando se pudo recuperar, decidió que la mejor manera de recordar a Thiago era por medio de los niños de la escuela Cintioni. Allí asisten muchos con su misma condición. Entonces una vez al año nos disponemos a trabajar para organizar una pequeña fiestita para estos chicos”, manifestó Belén Anaya.
Seguramente, tanto Thiago como Bautista hubiesen formado parte de la escuela especial. Allí habrían crecido y aprendido a desarrollar sus capacidades, por medio de un gran trabajo de recuperación que llevan adelante sus docentes especiales.