En torno al 50-65% de los niños tiene uno. Suelen aparecer entre los dos y los ocho años.
¿Has tenido alguna vez una amigo imaginario con el que jugabas de pequeño y que sólo existía en tu imaginación? Si alguna vez has tenido uno, has de saber que no se trata de algo patológico ni problemático, sino de algo normal que les sucede a muchos niños y por lo que los padres no deben preocuparse, salvo en algunas excepciones. Pese a ello, ¿por qué aparecen estos persones en la mente de los más pequeños? ¿Tienen estos niños algunas características de personalidad especiales?
"El amigo imaginario es un amigo que realmente no existe, pero que el sujeto vivencia como si fuera real y habla y juega con él. En ocasiones, puede ser un objeto no ficticio, como un peluche o una muñeca, pero por lo general, los amigos imaginarios no forman parte de la realidad", explica a EL MUNDO el psicólogo educativo Jesús Ramírez, psicólogo educativo. Pueden aparecer incluso varios en diferentes etapas, una vez ser un perro y otro un superhéroe de TV. O incluso, un niño de su propia edad. Pero "tal como vienen se van".
Estos personajes suelen aparecer desde los dos-tres años hasta los siete-ocho. Pero no algo universal, pues no todos los niños lo tienen ni es algo en lo que las investigaciones se pongan de acuerdo. "Según estudios revisados, hay diferencias significativas entre unos y otros, estando en torno del 50 al 65% de los niños", afirma el experto.
Sonia Rojas Conca, psicóloga del centro AGSPsicólogos de Madrid apunta un estudio realizado por la Universidad de Washington y la Universidad de Oregon y dirigido por las investigadoras Marjorie Taylor y Stephanie Carlson. Los resultados del estudio concluyeron que dos de cada tres niños tienen amigos imaginarios de los cuatro a los siete años. Además, el estudio señala que una tercera parte de los niños en edad escolar lo seguía teniendo y que el 70% del total de la muestra (152 niños) eran niños primogénitos o hijos únicos.
Sin embargo, este último apunte no tiene por qué ser así. "Es más frecuente en hijos únicos que están más solos, pero no existe un relación directa", asegura Silvia Álava Sordo, psicóloga en el Centro Álava Reyes de Madrid y autora del libro Queremos hijos felices. Algo que también confirma Ramírez: "En algunos estudios achacan que ese amigo imaginario es fruto de la soledad que siente el niño, pero lo cierto es que hay niños que juegan o hablan con su amigo imaginario y no son hijos únicos". Se dice también que estos compañeros aparecen cuando el ambiente del niño es fundamentalmente adulto, y no hay niños a su alrededor, pero tampoco hay evidencias de que esto sea necesariamente así.
Niños con gran creatividad
No existe un perfil característico de niños que tienen estos pequeños compañeros de juego, sin embargo, sí parece influir de forma directa la creatividad del niño. "Normalmente, si un niño es muy creativo y tiene muchas fantasías, es normal la aparición en su vida de un amigo imaginario. Incluso, "hay estudios que demuestran que si el niño ha tenido un amigo imaginario en la infancia, cuando llegan a la adolescencia, suelen ser niños más creativos, con mayor empatía y buenas habilidades lingüísticas. Pero yo no he llegado a observar esta apreciación", dice Ramírez. El factor clave es por tanto, la creatividad. "A mayor creatividad y fantasía del niño, mayor probabilidad de que aparezca o tenga un amigo imaginario", añade Álava.
No hay una duración estipulada de cuando desaparece este amigo tan particular, pero es cierto que "tal como viene se va, o vienen y van esporádicamente", dice Ramírez. La fase de decadencia se produce en la entrada a la edad de la razón (seis-siete años) donde su pensamiento es más lógico y racional. "Se relaciona también con el momento en el que el niño ha hecho nuevas amistades o se ha adaptado a la nueva situación", expone Rojas.
Es preciso destacar que que un niño jugase con una amigo imaginario no se ha considerado siempre normal. Aunque parezca difícil de imaginar, antiguas investigaciones consideraban a estos niños como casos clínicos que tenían que ser tratados. Pero en la actualidad, los expertos manifiestan claramente que no existe un patrón característico en los niños, y que corresponde con algo normal.
La actitud de los padres
La presencia de amigos imaginarios es un hecho que no debe preocupar a los padres, sino que deben actuar con naturalidad: ni rechazarlo ni ignorarlo. "Normalmente, los padres suelen reaccionar con preocupación cuando perciben que su hijo tiene un amigo imaginario. Sin embargo, el mensaje tiene que ser claro: no hay que preocuparse ya que forma parte del proceso natural de evolución y desarrollo del niño.", admite Rojas.
Incluso, añade la profesional, "en muchas ocasiones, acuden a consulta preguntando si deben aceptar esta fantasía o si deben tratar de que el niño lo ignore. Por ello, se les insiste en que la actitud a adoptar tiene que ser de tolerancia y respeto. Ni regañarles ni fomentar la existencia de su amigo imaginario". Eso sí, hay que dejar claro que no se le debe permitir que se exima de responsabilidad por atribuirle la culpa a su amigo imaginario o que deje de estar con sus amigos por estar con su amigo imaginario.
No obstante, y según el estudio dirigido por Carlson y Taylor, sólo el 26% de los padres conocía que su hijo tenía un amigo imaginario, apoyando la premisa de que el niño quiere mantener a sus creaciones aparte del mundo de los adultos. "Estas fantasías suelen producirse tras puertas cerradas y en las que el niño cree que está solo", informa Rojas. Normalmente, el niño sabe que su amigo no existe en la realidad, y que sólo pertenece a su imaginación.
Dos aspectos a tener en cuenta
Es importante que los padres observen las conversaciones que su hijo tiene con su amigo imaginario: "Si ve que las conversaciones no son muy normales o que su hijo prefiere jugar con el amigo en vez de con niños reales, ahí sí es importante que los padres le cuenten a su hijo que que el amigo es sólo para cuando esté solo. De lo contrario, podrían aparecer problemas de relaciones sociales en un futuro", mantiene Álava. Así lo afirma también Ramírez: "Hay que observar las conversaciones para saber qué tipo de amigo es y cómo se lleva con él. Por ejemplo, si el amigo imaginario es una especie de Superman' habrá que controlar que no se le ocurra echar a volar, cosa que ya ha ocurrido en alguna ocasión. Si se trata de un amigo agresivo, conviene charlar al respecto, pero sin reprocharle nada".
Los niños siempre deben preferir jugar con sus amigos reales: Uno de los beneficios del juego en la infancia, es que los niños aprenden a ceder, a cooperar, a ser compañeros y a ponerse en distintos roles, mientras juegan. 'Una vez eres tú el malo, otra serás el bueno'. Por todo ello, "es muy importante que jueguen con niños reales, para que aprendan todas estas características del juego. Si juegan siempre con su amigo imaginario, se jugará siempre a lo que el niño quiera, y no aprenderá esos valores tan importantes para un futuro", explica Álava. Si el niño quiere jugar siempre con su amigo imaginario y no con sus amigos reales, o con niños reales, ahí es cuando los padres deben preocuparse. Sobre todo, si esta conducta va a acompañada de otras agresivas y/o conflictivas. También deben preocuparse si ese amigo particular sigue estando presente a partir de los siete-ocho años. De lo contrario, "lo mejor es actuar con total naturalidad, y no preocuparse en absoluto. Ni rechazarlo ni ignorarlo", insiste.
Fuente: El Mundo
¿Has tenido alguna vez una amigo imaginario con el que jugabas de pequeño y que sólo existía en tu imaginación? Si alguna vez has tenido uno, has de saber que no se trata de algo patológico ni problemático, sino de algo normal que les sucede a muchos niños y por lo que los padres no deben preocuparse, salvo en algunas excepciones. Pese a ello, ¿por qué aparecen estos persones en la mente de los más pequeños? ¿Tienen estos niños algunas características de personalidad especiales?
"El amigo imaginario es un amigo que realmente no existe, pero que el sujeto vivencia como si fuera real y habla y juega con él. En ocasiones, puede ser un objeto no ficticio, como un peluche o una muñeca, pero por lo general, los amigos imaginarios no forman parte de la realidad", explica a EL MUNDO el psicólogo educativo Jesús Ramírez, psicólogo educativo. Pueden aparecer incluso varios en diferentes etapas, una vez ser un perro y otro un superhéroe de TV. O incluso, un niño de su propia edad. Pero "tal como vienen se van".
Estos personajes suelen aparecer desde los dos-tres años hasta los siete-ocho. Pero no algo universal, pues no todos los niños lo tienen ni es algo en lo que las investigaciones se pongan de acuerdo. "Según estudios revisados, hay diferencias significativas entre unos y otros, estando en torno del 50 al 65% de los niños", afirma el experto.
Sonia Rojas Conca, psicóloga del centro AGSPsicólogos de Madrid apunta un estudio realizado por la Universidad de Washington y la Universidad de Oregon y dirigido por las investigadoras Marjorie Taylor y Stephanie Carlson. Los resultados del estudio concluyeron que dos de cada tres niños tienen amigos imaginarios de los cuatro a los siete años. Además, el estudio señala que una tercera parte de los niños en edad escolar lo seguía teniendo y que el 70% del total de la muestra (152 niños) eran niños primogénitos o hijos únicos.
Sin embargo, este último apunte no tiene por qué ser así. "Es más frecuente en hijos únicos que están más solos, pero no existe un relación directa", asegura Silvia Álava Sordo, psicóloga en el Centro Álava Reyes de Madrid y autora del libro Queremos hijos felices. Algo que también confirma Ramírez: "En algunos estudios achacan que ese amigo imaginario es fruto de la soledad que siente el niño, pero lo cierto es que hay niños que juegan o hablan con su amigo imaginario y no son hijos únicos". Se dice también que estos compañeros aparecen cuando el ambiente del niño es fundamentalmente adulto, y no hay niños a su alrededor, pero tampoco hay evidencias de que esto sea necesariamente así.
Niños con gran creatividad
No existe un perfil característico de niños que tienen estos pequeños compañeros de juego, sin embargo, sí parece influir de forma directa la creatividad del niño. "Normalmente, si un niño es muy creativo y tiene muchas fantasías, es normal la aparición en su vida de un amigo imaginario. Incluso, "hay estudios que demuestran que si el niño ha tenido un amigo imaginario en la infancia, cuando llegan a la adolescencia, suelen ser niños más creativos, con mayor empatía y buenas habilidades lingüísticas. Pero yo no he llegado a observar esta apreciación", dice Ramírez. El factor clave es por tanto, la creatividad. "A mayor creatividad y fantasía del niño, mayor probabilidad de que aparezca o tenga un amigo imaginario", añade Álava.
No hay una duración estipulada de cuando desaparece este amigo tan particular, pero es cierto que "tal como viene se va, o vienen y van esporádicamente", dice Ramírez. La fase de decadencia se produce en la entrada a la edad de la razón (seis-siete años) donde su pensamiento es más lógico y racional. "Se relaciona también con el momento en el que el niño ha hecho nuevas amistades o se ha adaptado a la nueva situación", expone Rojas.
Es preciso destacar que que un niño jugase con una amigo imaginario no se ha considerado siempre normal. Aunque parezca difícil de imaginar, antiguas investigaciones consideraban a estos niños como casos clínicos que tenían que ser tratados. Pero en la actualidad, los expertos manifiestan claramente que no existe un patrón característico en los niños, y que corresponde con algo normal.
La actitud de los padres
La presencia de amigos imaginarios es un hecho que no debe preocupar a los padres, sino que deben actuar con naturalidad: ni rechazarlo ni ignorarlo. "Normalmente, los padres suelen reaccionar con preocupación cuando perciben que su hijo tiene un amigo imaginario. Sin embargo, el mensaje tiene que ser claro: no hay que preocuparse ya que forma parte del proceso natural de evolución y desarrollo del niño.", admite Rojas.
Incluso, añade la profesional, "en muchas ocasiones, acuden a consulta preguntando si deben aceptar esta fantasía o si deben tratar de que el niño lo ignore. Por ello, se les insiste en que la actitud a adoptar tiene que ser de tolerancia y respeto. Ni regañarles ni fomentar la existencia de su amigo imaginario". Eso sí, hay que dejar claro que no se le debe permitir que se exima de responsabilidad por atribuirle la culpa a su amigo imaginario o que deje de estar con sus amigos por estar con su amigo imaginario.
No obstante, y según el estudio dirigido por Carlson y Taylor, sólo el 26% de los padres conocía que su hijo tenía un amigo imaginario, apoyando la premisa de que el niño quiere mantener a sus creaciones aparte del mundo de los adultos. "Estas fantasías suelen producirse tras puertas cerradas y en las que el niño cree que está solo", informa Rojas. Normalmente, el niño sabe que su amigo no existe en la realidad, y que sólo pertenece a su imaginación.
Dos aspectos a tener en cuenta
Es importante que los padres observen las conversaciones que su hijo tiene con su amigo imaginario: "Si ve que las conversaciones no son muy normales o que su hijo prefiere jugar con el amigo en vez de con niños reales, ahí sí es importante que los padres le cuenten a su hijo que que el amigo es sólo para cuando esté solo. De lo contrario, podrían aparecer problemas de relaciones sociales en un futuro", mantiene Álava. Así lo afirma también Ramírez: "Hay que observar las conversaciones para saber qué tipo de amigo es y cómo se lleva con él. Por ejemplo, si el amigo imaginario es una especie de Superman' habrá que controlar que no se le ocurra echar a volar, cosa que ya ha ocurrido en alguna ocasión. Si se trata de un amigo agresivo, conviene charlar al respecto, pero sin reprocharle nada".
Los niños siempre deben preferir jugar con sus amigos reales: Uno de los beneficios del juego en la infancia, es que los niños aprenden a ceder, a cooperar, a ser compañeros y a ponerse en distintos roles, mientras juegan. 'Una vez eres tú el malo, otra serás el bueno'. Por todo ello, "es muy importante que jueguen con niños reales, para que aprendan todas estas características del juego. Si juegan siempre con su amigo imaginario, se jugará siempre a lo que el niño quiera, y no aprenderá esos valores tan importantes para un futuro", explica Álava. Si el niño quiere jugar siempre con su amigo imaginario y no con sus amigos reales, o con niños reales, ahí es cuando los padres deben preocuparse. Sobre todo, si esta conducta va a acompañada de otras agresivas y/o conflictivas. También deben preocuparse si ese amigo particular sigue estando presente a partir de los siete-ocho años. De lo contrario, "lo mejor es actuar con total naturalidad, y no preocuparse en absoluto. Ni rechazarlo ni ignorarlo", insiste.
Fuente: El Mundo