Rodolfo Estivill tenía 91 años. Hacía 8 que se sentía muy solo, desde la muerte de su mujer. No tenía hijos y su único contacto con el exterior era a través de las esporádicas visitas de sus sobrinas.
Ayer tomó un arma, fue a una sede de Anses en Mar del Plata, la ciudad que eligió para vivir la mitad de su vida, y se disparó en la cabeza. Agonizó dos horas en un hospital y finalmente murió. Se suicidó. Un drama al que algunos sectores intentaron buscarle una explicación política.
La fiscal del caso, Andrea Gómez, reconstruyó las circunstancias que rodearon la muerte. De acuerdo a los testimonios de las sobrinas y de los vecinos, Rodolfo estaba muy deprimido. "No pudo superar la partida de su mujer y la reciente muerte de uno de sus mejores amigos; la soledad en una persona tan longeva fue determinante", analizó.
Hubo muchas versiones sobre lo que Rodolfo llegó a decir antes de ejecutar el tiro que apagó su vida. Dicen que se quejó por la falta de atención y hasta que habló de la "miseria" que cobraba como jubilación. No se pudo constatar. De hecho, sus haberes casi duplicaban a la mínima y una simple cuestión administrativa lo había llevado a ese lugar.